Cuántos ojos, cuántos oídos,
cuántas sombras suspicaces!
Socavadas intimidades.
Destrozado hasta el reflejo en el espejo.
Cuántos ramos de rosas queriendo contar epopeyas.
Labios cocidos con hilos de secretos
dichos en Luna nueva
para que no sean denunciadas las palabras
escritas en los contornos de sus cuerpos que,
sabían expresarse pero que les raparon los derechos.
Mudos involuntarios por siempre encadenados.
Cercenada su voz, sus besos y las caricias de sus manos,
nadie alcanzó a escuchar sus melodías.
Cantos del alba, Sol de media día que excitó su lira.
Amantes expertos supieron con sutilidad atraer a Eros
para que viviera entre ellos.
Miradas que escribieron en el éter deseos de fuego,
calcinaron edades
y aceleraron la eclosión de la semilla
de una raza que rasgara todo velo.
Pero, los amores explotaron en flama reprimida.
Caminan los recuerdos
por cada espacio de sí mismos y de su entorno.
Desplegados hechos hallados con sus restos.
Cueva de edades.
Primigenios orígenes donde se gestó la sensualidad.
Allí, deliraron ellos una historia común.
Soñaron su propio jardín, Edén negado.
Solo hoy se supo de su existencia
pero hoy… hoy es muy tarde!
Son ellos un recuerdo dibujado en amaneceres y arreboles.
Eso y nada más…!
Ana Lucía Montoya Rendón
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Liliana
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